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La resiliencia de Julián, un venezolano más en Medellín


Por: Leonardo Tangarife Aguirre

Julián Alejandro Echavarría, es un joven de 26 años, nacido en Maracaibo, ciudad al noroeste de Venezuela, como muchos venezolanos ha sufrido en carne propia la hecatombe que ha llevado a aproximadamente más de cuatro millones de habitantes a emigrar de su país en búsqueda de oportunidades. Él vivía solo, pero sus padres y un hermano residían en a pocas cuadras de su casa, es hijo de antioqueños, que en la época de la abundancia en Venezuela decidieron como muchos, emigrar a ese país en búsqueda de nuevas oportunidades.

     Echavarría llevaba 5 años trabajando como periodista en un reconocido periódico local de su ciudad, para él su trabajo era muy emocionante, pues a pesar de que tenía pocas herramientas, esto hizo que su creatividad acrecentara, -era curioso, a veces me tocaba grabar los videos solo, no había mucho personal para desarrollar todos los productos periodísticos, entonces, además de grabarme, me tocaba presentar y editar los videos que publicábamos en el portal web del periódico- dijo Julián. También, era un reto afrontar la persecución de la prensa por parte del gobierno y así evitar que el medio fuera censurado como muchos otros. Igualmente, a manera de anécdota, una vez cubriendo una noticia en medio de manifestaciones en contra del gobierno, casi es víctima de golpes por parte de manifestantes de la oposición que creían que estaba trabajando a favor del régimen de Nicolás Maduro, razón por la cual le tocó realizar con mayor cautela su labor periodística.

     Un 13 de julio de 2018, Héctor tomó la decisión más importante de su vida, dejó su país para buscar nuevas oportunidades en Colombia en la ciudad de Medellín, pues según agrega él, -la situación en Venezuela era insoportable, no había qué comer por la escasez, a pesar de tener empleo, lo que ganaba no me alcanzaba para comprar nada, es más, yo bajé más de 10 kilos de peso por la mala alimentación, también, la inseguridad en los barrios era impresionante con la intimidación constante de motorizados chavistas, hacía que la incertidumbre aumentara mucho más-.

     Julián llegó a Medellín con una maleta llena de ilusiones, dejando su corazón y mente en Venezuela. Inicialmente, se hospedó en casa de una tía, mientras conseguía un empleo estable, pero luego de un difícil mes de estar buscando trabajo, recibió una llamada de su madre desde Venezuela, quien desconsolada le comunicó que su padre había fallecido víctima de un infarto, esta noticia hizo que él se regresara a su país para acompañar a su familia en todo lo relacionado con el sepelio, recuerda con algunas lágrimas en sus ojos que para él fue muy difícil despedir a la persona que más respeto y amor le tenía, pues de su padre aprendió a trabajar por sus sueños y a ganarse la vida honradamente para salir adelante.

     A su regreso a Medellín después de quince días, Julián se encontró con su amiga Ana Rodríguez, quien fue su apoyo mientras encontraba un trabajo estable,  luego de esperar con paciencia, gracias a un vecino lo contrataron en una carnicería en Envigado. Según él, -fue muy complicado iniciar de cero acá en Medellín, pero lo más duro fue adaptarme a un trabajo muy fuerte con unos horarios extremos, pero estaba complacido, pues por lo menos ya tenía un empleo-. A pesar de ya contar con una mayor estabilidad económica, no ganaba suficiente dinero para apoyar a su madre, además, él deseaba ejercer su profesión como periodista, por lo que continuó en búsqueda de oportunidades laborales en medios de comunicación y agencias de publicidad.

     La estancia en Medellín fue para Julián emocionante, pues la ciudad le fascinaba, pero su corazón se encontraba dividido, ver en noticias la difícil situación de venezolanos en el mundo víctimas de xenofobia, la crisis económica, política y social de su país, llenaba su alma de profunda tristeza y esto le desencadenó una depresión que se sumaba a su situación personal de no estar trabajando en lo que lo apasiona.

     A inicios de febrero de 2019, Echavarría vio una luz de esperanza, recibió una llamada de una agencia de publicidad donde le confirmaban que había sido seleccionado para trabajar con ellos como periodista. Hoy con alegría cuenta -para mí es muy grato decir que Medellín fue la ciudad donde renací como profesional y persona, agradezco a todos los colombianos por el apoyo que le brindan a los venezolanos que como yo trabajamos honradamente por nuestros sueños-. Nuevos retos y aprendizajes empezaron en su vida, pues la motivación de trabajar en lo que más le gusta, hace que estar lejos de su país sea más llevadero, pero aún con una sonrisa y con los ojos aguados, sueña con volver a su país y verlo libre.

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